Te vi llegar flaquita, con alma de reina,
ojos que hipnotizan, sonrisa que enseña.
Cabello de noche, labios de sol,
y desde ese día, no supe quién soy.
Me dijiste sí un nueve de diciembre,
ese anillo tembló con todo lo que sientes.
Y el quince, sin pausa, mudamos la piel,
con maletas de sueños y fe en el papel.
Sheila Lisbeth, Mah de mi vida,
trabajadora incansable, florista divina.
Con tus manos creas ramos de emoción,
y a mí me diste el ramo del corazón.
Eres detallista, me sorprendes sin aviso,
me regalas gestos más caros que un piso.
Aunque te enojas fácil, sé cómo esperar,
porque con tu sonrisa me vuelvo a encontrar.
Siempre tú, mi Reyna y mi hogar,
mi norte, mi calma, mi bien y mi mal.
Entre flores, desvelos y niños correr,
mi promesa es amarte y nunca ceder.
Siempre tú, en cada batalla y color,
en los días oscuros y el pleno ardor.
Por Noah y Eyden seguiremos de pie,
te juro mi lealtad hasta el último ayer.
Tú que madrugas por sueños ajenos,
que te partes el alma sin decir “me freno”.
Tú que cuidas los tuyos sin pedir perdón,
mujer de detalles, motor y pasión.
Me haces sentir el más afortunado,
un hombre bendito, completo, inspirado.
Tu amor me sostiene, tu abrazo es mi ley,
y aunque a veces temblamos, no huimos del rey.
Hay días de dudas, de gritos, de hielo,
pero el amor que tenemos no cabe en el suelo.
Tu perfume en la almohada me vuelve a llamar,
y tu voz en la noche me enseña a amar.
Siempre tú, Mah de mis días,
la flor que florece aunque el mundo se enfría.
Por nuestros hijos, por todo lo que fue,
te juro mi apoyo, no importa el porqué.
Siempre tú, mi todo, mi voz,
te elijo mil veces delante de Dios.
Por Noah, por Eyden, por nuestro rincón,
te amaré con coraje, sin condición.
Siempre tú…
en cada intento, cada error…
Siempre tú…
mi principio, mi razón…
Sheila, mi amor…
siempre tú.