El eco de tu adiós resuena aún en mi mente, un susurro doloroso,

El eco de tu adiós resuena aún en mi mente, un susurro doloroso, un recuerdo permanente. La ausencia te dibuja en cada rincón vacío, un fantasma de caricias, un recuerdo sombrío. El silencio se instala, profundo y desolador, cubriendo la esperanza con un velo de dolor. La luz se ha apagado, la alegría se fue, dejando tras de sí un inmenso vacío. Recuerdo el fulgor de tus ojos, la pasión encendida, un fuego que se extinguió, una promesa perdida. Ahora solo quedan cenizas, un rastro de amargura, un eco de promesas, una herida segura. El tiempo se desliza, lento y cruelmente, mientras el corazón llora, en silencio y sin clemencia. Intento reconstruirme, levantarme del suelo, pero la sombra de tu recuerdo me mantiene en duelo. Busco consuelo en la música, en la noche estrellada, en la quietud del campo, en la brisa perfumada. Pero nada logra calmar la tormenta interior, este dolor lacerante, este sufrimiento sin fin. El mundo sigue girando, indiferente a mi pena, mientras yo navego en un mar de tristeza serena. La soledad me abraza, fría y silenciosa, un manto de melancolía, profunda y dolorosa. A pesar de la oscuridad, una chispa de esperanza, un rayo de luz entre las sombras, una nueva danza. La vida continúa, aunque el camino sea arduo, y con el tiempo, quizás, este dolor se diluya. Sanaré las heridas, reconstruiré mi ser, y aprenderé a vivir de nuevo, sin temor a caer. El amor volverá, en otra forma, otro ser, pero el recuerdo de este dolor me hará más fuerte y mejor. El adiós ya es pasado, un capítulo cerrado, un nuevo comienzo espera, un futuro renovado. El desamor me enseñó, a valorar lo que tengo, y a seguir adelante, sin mirar hacia atrás, sin afán de vengarme.