Ya sonaban los calibres
en la sierra de Nogal,
gringo quiso hacer frontera
pero México es leal.
El gobierno ya sin fuerza,
se le estaban por doblar,
y fue un narco el que dio el grito:
“¡Aquí nadie va a pasar!”
El Güero Dávila firme
ex marino y criminal,
dijo: “Yo le vendo al pueblo,
pero nunca voy a entregar”.
Hizo trato con Ibarra
y las tropas del penal,
fusiles en la mochila
y en la frente su moral.
Pero el dólar es veneno
y el traidor no tiene paz,
por la CIA hizo convenio
y a su patria fue a vender.
Fue la sangre de su gente
la que el rancho vio correr,
pero un mando quedó vivo
y juró no retroceder.
Una enferma lo cuidaba,
era hija de jornal,
y en la sangre de su padre
vio al país resucitar.
Ya en la fiesta del traidor,
con tequila pa’ brindar,
le pusieron dos regalos…
¡plomo fino y sin firmar!
Hoy lo cuentan los corridos,
México sigue de pie,
aunque vendan su terreno
el valor no lo han de ver.