SIEMPRE JUNTAS

Oh-oh-oh… Fue una madre incansable, de manos cansadas, de las que curaban sin decir nada. Coqueta y hermosa, de paso elegante, pintaba su alma tras cada instante. Trabajó la vida sin mirar atrás, dejando su sueño por dar un hogar. Y en aquella casa donde faltaba el tiempo, la niña la esperaba con el alma en silencio. Aprendió de su madre el valor de cuidar, aunque a veces doliera no verla llegar. Y ahora ella quiere decirle al pasar: “Te debo mi vida, mi forma de amar. Aunque seamos distintas, mamá, te llevo en el alma, no hay vuelta atrás. Siempre juntas… otro año más, tu voz es mi calma, mi hogar, mi paz. Quiero verte libre, feliz y en calma, sin tanto peso sobre el alma.” La ve entre risas peinando a su niña, y en sus ojos brilla la misma caricia. Le da a su nieta lo que un día dio, ese amor tan puro que el tiempo guardó. A veces discuten, son fuego y cristal, dos corazones que laten igual. Y aunque callen más de lo que se dicen, sus miradas siempre las bendicen. Porque el amor no se explica jamás, solo se siente y nunca se va. Y ahora ella quiere decirle al pasar: “Te debo mi vida, mi forma de amar. Aunque seamos distintas, mamá, te llevo en el alma, no hay vuelta atrás. Siempre juntas… otro año más, tu voz es mi calma, mi hogar, mi paz. Quiero verte libre, feliz y en calma, vivir sin miedo, vivir con el alma.” Que se mire al espejo y vuelva a brillar, que pinte sus labios, que salga a bailar. Que ría sin miedo, que vuelva a soñar, que el mundo la espera… que vuelva a volar. “Gracias, mamá, por tanto amor, por ser mi refugio, mi sol, mi voz. Siempre juntas… otro año más, tú eres mi historia, mi eternidad.”