Si fuera muda, ¿te enamorarÃas de mis actos?
¿O me dejarÃas ahÃ, en silencio, pudriéndome en el olvido?
Si no pudiera contarte lo que me arde por dentro,
¿te alcanzarÃa el peso de mis pasos?
Porque el amor, cuando duele, se convierte en condena,
y en las sombras del alma, o te quedás o te quemas.
Se juega a todo o nada, sin red, sin seguro,
es quedarse a morir, o escapar como un puro.
¿Y si fuera sorda?, ¿qué harÃas para que te escuche?
¿SerÃas capaz de hablarme con los ojos,
o tu mirada también se perderÃa entre sombras y cerrojos?
Porque yo te juro, amor, que aunque me tape el ruido,
buscarÃa en tus gestos el refugio del olvido.
Pero si sos vos el que grita y yo no oigo, ¿te quedás?
Porque el amor, cuando duele, se convierte en condena,
y en las sombras del alma, o te quedás o te quemas.
Se juega a todo o nada, sin red, sin seguro,
es quedarse a morir, o escapar como un puro.
¿Y si fueras ciego?, ¿te bastarÃa mi tacto para amarme?
¿BuscarÃas mi piel como un ciego en el abismo,
o la oscuridad te ahogarÃa en tu propio egoÃsmo?
Te pregunto, amor, ¿buscarÃas mi cuerpo en la penumbra,
como un náufrago que se aferra al último hilo de la luna?
Asà te digo, amor, aunque me calle, aunque me pierda,
¿serÃas mi abrazo, mi casa, mi grieta abierta?
Porque el amor no entiende de mudez, de sombra, ni ceguera,
o lo vivÃs de verdad, o lo dejás en la vereda.